Mundoengañoso
Considero que, a través del trabajo creativo, el artista lleva a cabo un doble juego: por un lado, de acercamiento a sus
inquietudes y obsesiones primordiales; por otro, de extrañamiento de sí mismo al plasmar su pensamiento en una forma.
Las fotografías de cuerpos enfermos, con deformaciones o mutilados, se convirtieron desde una época muy temprana en parte
de mi museo imaginario debido a la presencia de bibliografía y revistas médicas en mi casa paterna, con imágenes que veía a
hurtadillas y que a la larga me provocaron una hipersensibilidad hacia representaciones de dolor físico, enfermedad y muerte.
En esta exposicón planteo una introspección a través de una arqueología visual que expone la vulnerabilidad del cuerpo y su
degradación física. Se utiliza el paralelismo con la arquitectura, la cual puede experimentar iguales procesos de deterioro.
Esta es la segunda exposición que realizo tomando como referente piezas anatómicas del Museo de la Medicina Mexicana. En
ambas he propuesto posibles ecos y relecturas del tema del cuerpo como objeto de estudio, como abstracción científica. Si en
esta ocasión se alude a la interioridad, es a partir del contraste explícito, expresado a través de dípticos, del cuerpo humano con
las formas arquitectónicas del extraordinario edificio virreinal que alberga al museo.
El proyecto explora, así, las fronteras entre el propio cuerpo y la otredad. La atención vira del interior hacia el exterior, el campo
donde la identidad se manifiesta y desdobla. En la metáfora cuerpo-arquitectura, el propio edificio del Palacio de la Escuela de
Medicina, antigua sede de la Inquisición —que en los últimos años ha pasado por un proceso paulatino de restauración—, es
sugerido como un cuerpo vivo y sujeto a la degradación, pero que también es susceptible de ser reconstituido.
Las imágenes revisan un conjunto de referentes de ese extrañamiento que me hace ver al cuerpo humano como un
Mundoengañoso, palabra que se encuentra en una inscripción virreinal de origen desconocido —¿un preso, un alumno, un
romántico?— en una de las paredes del edificio, formando parte de su piel, de su historia y, ahora, dando título de manera
simbólica a esta muestra.
inquietudes y obsesiones primordiales; por otro, de extrañamiento de sí mismo al plasmar su pensamiento en una forma.
Las fotografías de cuerpos enfermos, con deformaciones o mutilados, se convirtieron desde una época muy temprana en parte
de mi museo imaginario debido a la presencia de bibliografía y revistas médicas en mi casa paterna, con imágenes que veía a
hurtadillas y que a la larga me provocaron una hipersensibilidad hacia representaciones de dolor físico, enfermedad y muerte.
En esta exposicón planteo una introspección a través de una arqueología visual que expone la vulnerabilidad del cuerpo y su
degradación física. Se utiliza el paralelismo con la arquitectura, la cual puede experimentar iguales procesos de deterioro.
Esta es la segunda exposición que realizo tomando como referente piezas anatómicas del Museo de la Medicina Mexicana. En
ambas he propuesto posibles ecos y relecturas del tema del cuerpo como objeto de estudio, como abstracción científica. Si en
esta ocasión se alude a la interioridad, es a partir del contraste explícito, expresado a través de dípticos, del cuerpo humano con
las formas arquitectónicas del extraordinario edificio virreinal que alberga al museo.
El proyecto explora, así, las fronteras entre el propio cuerpo y la otredad. La atención vira del interior hacia el exterior, el campo
donde la identidad se manifiesta y desdobla. En la metáfora cuerpo-arquitectura, el propio edificio del Palacio de la Escuela de
Medicina, antigua sede de la Inquisición —que en los últimos años ha pasado por un proceso paulatino de restauración—, es
sugerido como un cuerpo vivo y sujeto a la degradación, pero que también es susceptible de ser reconstituido.
Las imágenes revisan un conjunto de referentes de ese extrañamiento que me hace ver al cuerpo humano como un
Mundoengañoso, palabra que se encuentra en una inscripción virreinal de origen desconocido —¿un preso, un alumno, un
romántico?— en una de las paredes del edificio, formando parte de su piel, de su historia y, ahora, dando título de manera
simbólica a esta muestra.