Síntomas
La experiencia artística suele ser un camino para subjetivar lo racional, pero puede ser también una vía para racionalizar lo
subjetivo.
El punto de partida del presente proyecto es la experiencia subjetiva del dolor y su vivencia personal a través de diversos
síntomas. La semiología médica distingue entre las manifestaciones externas de una enfermedad y los síntomas, estos últimos
expresados mediante verbalizaciones más o menos ambiguas realizadas por el paciente. Ambos constituyen signos que
desembocan en el diagnóstico del médico.
La descripción de los síntomas inevitablemente pasa por el tamiz de la subjetividad, por lo que no se pueden medir ni son
perceptibles para los demás. De ahí que no sea raro encontrar frases metafóricas como: “siento una piedra en el estómago”, “la
boca me sabe a metal”, “tengo el cuerpo cortado” o “los ojos me van a explotar”.
Durante una experiencia crítica, como lo es el sufrir un accidente, las sensaciones se agolpan y se fijan en la memoria. Se
recuerda el olor a sangre y carne quemada, los sonidos cortantes, en ocasiones del propio cuerpo, las oscilaciones del frío al
ardor, la impresión de haber perdido un miembro, todo ello como parte de la indefensión y la desesperación.
Es precisamente este tipo de descripciones, aunadas a su vivencia personal del dolor, lo que motivó a Duilio Rodríguez a
realizar este proyecto. Las imágenes aquí mostradas son metáforas, en este caso no verbales, sino visuales.
La representación de la experiencia subjetiva encuentra en ellas una función catártica: la de exorcizar los demonios del
sufrimiento.
José Raúl Pérez, curador
subjetivo.
El punto de partida del presente proyecto es la experiencia subjetiva del dolor y su vivencia personal a través de diversos
síntomas. La semiología médica distingue entre las manifestaciones externas de una enfermedad y los síntomas, estos últimos
expresados mediante verbalizaciones más o menos ambiguas realizadas por el paciente. Ambos constituyen signos que
desembocan en el diagnóstico del médico.
La descripción de los síntomas inevitablemente pasa por el tamiz de la subjetividad, por lo que no se pueden medir ni son
perceptibles para los demás. De ahí que no sea raro encontrar frases metafóricas como: “siento una piedra en el estómago”, “la
boca me sabe a metal”, “tengo el cuerpo cortado” o “los ojos me van a explotar”.
Durante una experiencia crítica, como lo es el sufrir un accidente, las sensaciones se agolpan y se fijan en la memoria. Se
recuerda el olor a sangre y carne quemada, los sonidos cortantes, en ocasiones del propio cuerpo, las oscilaciones del frío al
ardor, la impresión de haber perdido un miembro, todo ello como parte de la indefensión y la desesperación.
Es precisamente este tipo de descripciones, aunadas a su vivencia personal del dolor, lo que motivó a Duilio Rodríguez a
realizar este proyecto. Las imágenes aquí mostradas son metáforas, en este caso no verbales, sino visuales.
La representación de la experiencia subjetiva encuentra en ellas una función catártica: la de exorcizar los demonios del
sufrimiento.
José Raúl Pérez, curador